Dios os ha dado una morada que debéis cuidar y conservar en la mejor condición posible para su servicio y gloria. Vuestros cuerpos no os pertenecen... "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?"
La salud es una bendición cuyo
valor pocos aprecian... La
vida es un sagrado cometido; y sólo Dios puede capacitarnos para conservarla y
usarla para su gloria. Pero el que formó la maravillosa
estructura del cuerpo tendrá especial cuidado de mantenerla en buenas
condiciones, si los hombres no se ponen en pugna con el divino proceder.
El nos ayudará a aprovechar cada talento que se nos ha encomendado y a usarlo de acuerdo con la voluntad del Dador.
La juventud es la época en que se deben establecer buenos hábitos, corregir las malas costumbres ya contraídas, adquirir y conservar el dominio propio, y confeccionar el plan futuro y acostumbrarse a ordenar todos los actos de la vida con relación a la voluntad de Dios.
Hay que mantener puro y sin
contaminación el sagrado templo
del cuerpo, para que el Santo Espíritu de Dios pueda morar en él.
Debemos conservar
fielmente la propiedad del Señor, porque cualquier exceso que cometamos con
nuestras facultades acortará el tiempo en que nuestra vida pueda ser usada para
gloria de Dios. Tened presente que debemos consagrar todo, alma,
cuerpo y espíritu, a Dios. Todo es la propiedad que él ha adquirido, y debemos
usarla con discernimiento, a fin de conservar el talento de la vida. Al
usar nuestras facultades en forma conveniente y al máximo con un, propósito
útil, al conservar sanos nuestros órganos, al mantener nuestro organismo en
buenas condiciones de manera que la mente, los tendones y los músculos trabajen
en armonía, podemos rendir valiosísimo servicio al Señor. Cuando
hacemos cuanto está de nuestra parte para estar bien de salud, podemos esperar
benéficos resultados, y podemos pedir a Dios con fe que bendiga nuestros
esfuerzos por conservar la salud. DNC 50/EGW
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¡La Juventud Es Breve y Fugaz…!
¡Consagra Tú Vida A Dios!